Surqué todos los mares y te encontré. Pero el final del verano quiso demostrar que nuestro amor era imposible. Tú te fuiste tierra adentro. Yo me quedé sumergiendo en lágrimas mi cola de sirena.
Microrrelatos inolvidables
Incontrolable pasión
En dos horas finalizo la jornada laboral y lo más importante, en tres, juega España su partido inaugural en el Mundial de baloncesto. Aprovecho para comer un bocadillo y con el papel de plata que lo envuelve, confecciono una bola lo más esférica que puedo. Una papelera cercana servirá de improvisada canasta. Caliento la muñeca dando unos giros a izquierda y a derecha, doy varios botes ficticios, cierro los ojos, suspiro y lanzo conteniendo la respiración... ¡Olé! Encesto aliviado y mis compañeros de oficina que se habían percatado rompen en aplausos.
Repito mis lanzamientos, cada vez más alejado pero manteniendo el 100 % de efectividad.
Sin darnos cuenta, el bullicio crece, hasta que un improvisado invitado aparece en escena. Nuestro jefe, malhumorado, pita el final del partido y se vuelve hacia su despacho gritando algo de abrirnos un expediente.
No importa, ¡la vida puede ser maravillosa!
Seleccionado en el mes de julio para el concurso de Basket Confidencial
Rompecabezas
De Sara, me he quedado sus ojos verdes, de Noelia sus labios carnosos, de Alicia su cabello negro azabache, de Cristina sus largas piernas, de Patricia su generoso corazón y así he ido recomponiendo a la mujer de mis sueños. Ahora, con las manos manchadas de sangre, me pregunto qué hacer con todas las piezas que sobran.
Pesadilla en la playa
Una ligera brisa mitigaba el calor del mediodía y a la sombra de una palmera del paseo marítimo me senté periódico en mano. No había leído más que la portada cuando los gritos procedentes de la playa llamaron mi atención. Los niños que construían castillos con sus cubos y palas, se iban transformando en montones de arena. Sucedía lo mismo con los padres que corrían hacia ellos. También a las sombrillas, toallas, hamacas y demás enseres.
Quise acercarme, de hecho me intenté levantar, pero mis manos se llenaron de arena repentinamente a la vez que noté mis piernas muy frágiles, a punto de desplomarse.
Quise acercarme, de hecho me intenté levantar, pero mis manos se llenaron de arena repentinamente a la vez que noté mis piernas muy frágiles, a punto de desplomarse.
Hartazgo
Primero fue el Mundial de fútbol en Sudáfrica, donde todos sus partidos eran históricos y verlos, una obligación moral. Luego, el Tour de Francia y las etapas alpinas y pirenaicas, de épicos esfuerzos y finales de leyenda.
No sé qué más puede haber este verano; pero sí estoy segura de que a la próxima, estampo en la cara de mi marido una tarjeta roja.
No sé qué más puede haber este verano; pero sí estoy segura de que a la próxima, estampo en la cara de mi marido una tarjeta roja.
Bucle infinito
La mujer de la foto sonreía al darse cuenta de que un hombre apuesto y elegante observaba embobado y con ojos hechos chiribitas la foto de una mujer que sonreía al darse cuenta de que un hombre apuesto y elegante observaba embobado y con ojos hechos chiribitas la foto de una mujer que sonreía al darse cuenta de que un hombre apuesto y elegante observaba embobado y con ojos hechos chiribitas la foto de una mujer que sonreía
Cuando me disponía a seguir con mi lectura, mi torpeza quiso, a la quinta copa de vino, que su contenido se derramara sobre mi libro.
Al abrirlo, me sorprendió comprobar todo el texto chispeante, sin ningún tipo de interlineado, ni espaciado entre párrafos y con las letras en negrita y turgentes.
Al cerrarlo, el manchón sobre las tapas había desaparecido.
Buscando un respiro
A Leocadio le encanta completar crucigramas, rellenar autodefinidos, descifrar jeroglíficos complicadísimos e incluso dar solución a sudokus de altísimo nivel sin pestañear.
Por eso, su familia, mujer y cuatro hijos pequeños, no se explican cómo durante estas vacaciones en la playa, pudo perderse en una simple sopa de letras.
La Cena
Siempre he creído que mi madre era diferente a las madres de los demás niños. No sólo porque tiene una verruga peluda en el mentón y unas largas uñas negras sino sobretodo por sus numerosas manías. Valgan como ejemplos, que anda de aquí para allá recogiendo las más raras hierbas que encuentra, coloca una escoba en la puerta de entrada a casa y le gusta tener permanentemente en la cocina una enorme olla a fuego lento. Muchas veces invadido por la curiosidad, he intentado comprobar el contenido de ésta última, pero se da cuenta y se enoja e incluso, vuela para cerrarme la tapa. Por cierto, ¡esta tarde lo ha hecho más rauda y veloz que nunca!
Ya está oscureciendo y ahora estoy preocupado porque mi hermanito no ha llegado todavía de la escuela. Sus zapatos sí están en el pasillo.
Ya está oscureciendo y ahora estoy preocupado porque mi hermanito no ha llegado todavía de la escuela. Sus zapatos sí están en el pasillo.
Este microrrelato quedó finalista (50 entre más de 1500) en el I Concurso de Microrrelatos El Escritor Errante.
De vuelta, y campeones
¡Hola a tod@s!
Con pilas recargadas, con euforia por este campeonato del mundo que la selección de fútbol ha conseguido y con mucho que leer retrasado por este mundo bloguero, vuelvo de unos días de vacaciones.
He podido ver el fallo de algunos concursos, enhorabuena de antemano a los ganadores; por mi parte decir que seguiremos en la lucha.
De momento os comento que en la revista digital narrativas, en su número 18 correspondiente a julio-septiembre, han publicado 11 de mis microrrelatos, en las páginas 98 y 99. Todo un honor.
Y aunque finalmente no gané, el microrrelato "La Cena" fue escogido como finalista (50 entre más de 1500) en el "I CONCURSO DE MICRORRELATOS “EL ESCRITOR ERRANTE”.
Un saludo indio
Suscribirse a:
Entradas (Atom)