Una tarde de primavera repicó mi corazón al verte pasear; hoy laten las campanas.
Microrrelatos inolvidables
Retorno
La guerra había terminado. Los soldados recogieron sus pertrechos y limpiaron los tanques, fusiles y el resto del armamento. Los generales guardaron sus medallas y limpiaron sus uniformes. Todos pensaban en regresar a casa para abrazar a sus familiares. Y todos regresaron. También, junto a ellos, los fantasmas de los fallecidos en combate.
Más nanorrelatos
Nanomodernidad
Las abuelas cuentan nanorrelatos a sus nietos para dormir.
Las abuelas cuentan nanorrelatos a sus nietos para dormir.
Sabiduría
Dime cuánto corres y te diré de quién huyes.
Dime cuánto corres y te diré de quién huyes.
Elección
Dónde hay hombre, hay pecado; dónde no, hay soledad.
Dónde hay hombre, hay pecado; dónde no, hay soledad.
Prioridades
Amanece en la sabana. Un rebaño de ñus huye de unas leonas que les persiguen buscando al más débil. No muy lejos, las jirafas se alimentan de las hojas de unas acacias descubriendo a un grupo de hienas que dan buena cuenta de los restos de un cadáver de gacela. Y en el poblado masai, los hombres parten, rungu en mano, hacia los territorios de caza.
De repente, llega un ruido ensordecedor y desconocido. Todo se paraliza.
Los ñus detienen su huida ante el desconcierto de las leonas que miran hacia el cielo, las jirafas extienden sus cuellos para mejorar la visión, las hienas atónitas suspenden su festín y los hombres masai apuntan sus armas hacia el monstruo que sobrevuela sus cabezas.
En cuestión de segundos, todo vuelve a la normalidad: el hambre puede a la curiosidad.
De repente, llega un ruido ensordecedor y desconocido. Todo se paraliza.
Los ñus detienen su huida ante el desconcierto de las leonas que miran hacia el cielo, las jirafas extienden sus cuellos para mejorar la visión, las hienas atónitas suspenden su festín y los hombres masai apuntan sus armas hacia el monstruo que sobrevuela sus cabezas.
En cuestión de segundos, todo vuelve a la normalidad: el hambre puede a la curiosidad.
Deshojando margaritas
Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere...
Al llegar a la última, un ahogado nomequiere, hizo que se desvanecieran sus esperanzas.
Triste y apesadumbrado, abandonó sin darse cuenta el montón de hojas que en el suelo habían formado un tequiere de ensueño.
Microinvitando
Desde Xixón, nos llega un diario de independencia, donde Adivín Serafín, pregona su legítimo amor por su tierra, Asturias, un país mui aquello.
Cerca de cumplir su primer año en la blogosfera, este diario, cuenta con una buena colección de microrrelatos y otros hiperbreves que animo a leer con atención y admiración.
Pero además, en uno de sus apartados estrella, nos invita periódicamente a conocer otros mundos, otros blogs, otros microrelatistas, con un esmero y detalle que denotan que ninguna palabra ha sido escogida al azar.
Ayer 14 de octubre tuve el honor de ser el microinvitado de la semana. Todo un lujo que le agradezco en mayúsculas y en bable. “GRACIES”
Un saludo indio
Cerca de cumplir su primer año en la blogosfera, este diario, cuenta con una buena colección de microrrelatos y otros hiperbreves que animo a leer con atención y admiración.
Pero además, en uno de sus apartados estrella, nos invita periódicamente a conocer otros mundos, otros blogs, otros microrelatistas, con un esmero y detalle que denotan que ninguna palabra ha sido escogida al azar.
Ayer 14 de octubre tuve el honor de ser el microinvitado de la semana. Todo un lujo que le agradezco en mayúsculas y en bable. “GRACIES”
Un saludo indio
Lección número 1
Algunos lloran sin cesar; otros gritan desesperados. Muchos patalean; los menos, se quedan callados, haciendo pucheritos, sin entender lo que pasa.
He llegado a pensar que soy un poco malvado, pero no hay quién se resista a esta tentación.
Les agarro de un brazo, del otro, de una pierna o de las dos, e incluso si es necesario del cuello y les enrollo como una bola. Una vez que están dentro, cierro compuertas y configuro las opciones: agua más fría que caliente, quince minutos me parecen suficientes y eso sí, centrifugado al máximo. ¡O aprenden por las buenas, o por las malas!
He llegado a pensar que soy un poco malvado, pero no hay quién se resista a esta tentación.
Les agarro de un brazo, del otro, de una pierna o de las dos, e incluso si es necesario del cuello y les enrollo como una bola. Una vez que están dentro, cierro compuertas y configuro las opciones: agua más fría que caliente, quince minutos me parecen suficientes y eso sí, centrifugado al máximo. ¡O aprenden por las buenas, o por las malas!
¡Ay mamá!
¡Ay mamá! Deseabas que estudiara medicina y soy abogado. ¡Ay papá! Deseabas que jugara al fútbol y me decanté por el kárate. ¡Ay! Ambos queríais que me casara con Eva, la vecina de toda la vida y el otro día os presenté a Roberto.
Microrrelato Ganador semana 4-8 de Octubre
Somnolencia
(Suena un chasquido de dedos)
....
Estimado lector, no deje de mirar la pantalla y no piense en otra cosa que no sea leer lo que aparece en la pantalla. No existe nada más a su alrededor. En unos instantes notará que los párpados le pesan y se sentirá somnoliento… y relajado, mientras los párpados se vuelven más y más pesados… y ahora, mientras caen los párpados, se relaja más y más profundamente… y la cabeza se ladea de un lado a otro, hasta casi caer hacia delante… y se siente plácida y cómodamente relajado… tan sólo debe seguir leyendo atentamente este microrrelato. Todo lo demás carece de importancia, concéntrese en mi microrrelato. Sólo lea. Aunque cada vez le sea más difícil mantener los ojos abiertos, intente terminarlo... si lo consigue, mi experimento no habrá dado resultado.
Como los ángeles al caer el sol
Subidón
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo pero algo falla.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo pero algo falla: me precipito desde mi azotea.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo pero algo falla: me precipito desde mi azotea, hasta que el diablo sonriente, me recibe… ¡en el sueeeeeloooooooo!
Sobredosis
Como los ángeles al caer el sol intenté elevarme al cielo, pero la dosis empleada no fue suficiente. Al contrario me precipité desde la azotea a un ritmo vertiginoso, mientras un sonriente diablo me acompañaba en el trayecto.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo pero algo falla.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo pero algo falla: me precipito desde mi azotea.
Como los ángeles al caer el sol, despliego las alas e intento ascender al cielo pero algo falla: me precipito desde mi azotea, hasta que el diablo sonriente, me recibe… ¡en el sueeeeeloooooooo!
Sobredosis
Como los ángeles al caer el sol intenté elevarme al cielo, pero la dosis empleada no fue suficiente. Al contrario me precipité desde la azotea a un ritmo vertiginoso, mientras un sonriente diablo me acompañaba en el trayecto.
Noche de pasión
Quedamos para cenar como si fuera la primera vez. Con gran emoción preparamos la mesa con un mantel recién lavado y colocamos unas velas que iluminan una botella de vino. De fondo, nos acompaña una recopilación de nuestras baladas favoritas. Y los niños, esta vez duermen en casa de sus abuelos. Tras más de quince años de matrimonio, nos gusta vestir la noche con todo su ropaje.
Otro punto de vista
Atónito, compruebo que del humo suspendido en el aire, nace un puro que se balancea sobre los labios de una boca cerrada que se aferra a un rostro de un hombre serio. Pero lo más sorprendente es que de la mano derecha del hombre serio se prolonga una pistola que apunta directamente sin disimulo a mi entrecejo. Y no sé si toser por el humo, gritar, rezar o temblar de miedo.
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