Buenos días, Dios
Perdóname si te molesto a horas tan tempranas, todavía no ha salido el sol hoy pero como dicen que a quien madruga Dios le ayuda…y perdóname también por tutearte, no lo tomes como excesiva confianza, al contrario, te tengo mucho respeto y éste nace de mis más profundos sentimientos y no de mi vocabulario.
Lo primero me voy a presentar pues aunque dicen que estás en todas partes y que todo lo sabes, me enseñaron desde pequeñito que es de buena educación empezar una conversación o cualquier tipo de relación sabiendo con quién estamos hablando.
Gracias a mis padres me llamo Mateo y gracias a ti, soy ateo.
Si bien he de confesar que recuerdo en mi infancia un día en el que un señor me echó un cazo de agua fría por mi cabeza, más que ayudarme en adelante, me hizo ser una persona inestable de mollera y al menor frío me la tapo con un gorro de lana.
Continuaré diciendo que me tienes sumergido en un mar de dudas, porque aunque siempre he sido fiel a mi razonamiento, (“creo en lo que veo”… y como a ti no te veo… pues acertijo de fácil resolución), últimamente me pregunto sin dar con respuesta aceptable, que si no existes ¿para qué negarte? Con ignorarte bastaría, ¿no estás de acuerdo?
Como no puedo más, te emplazo y te invito mañana a eso de las ocho de la tarde, (fíjate que te doy tiempo por si tuvieras otras obligaciones que atender), a tomar unas cervezas en el bar de la esquina y así me aclaras la situación.
Con muchas ganas de vernos
Se despide tu ateo seguidor
P.D. Si no pudieras asistir al encuentro ruego me lo hicieras saber y si pudiera ser con alguna señal que yo entendiera, mejor, de lo contrario daré por finalizado mi dilema y volvería a contemplar mi razonamiento como verdadero.
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