
De entrada, se necesitarán una botella de champán bien fría (si es un Möet & Chandon o un Dom Pérignon, mejor que mejor, aunque se aceptará cualquier otra marca), un acontecimiento que celebrar (una boda, un cumpleaños o simplemente el agradecimiento a Manitou por un nuevo día) y personas con las que acompañar la velada (habrá alguien que prefiera hacerlo en compañía de su perro o incluso en soledad, pero estos casos los dejamos para otra ocasión).
En el apogeo de la celebración, botella en mano, nos pondremos de pie (si estábamos sentados en una silla), pediremos silencio un minuto para hacer más solemne el momento y con nuestra mano derecha (los diestros) o izquierda (los zurdos), aplicaremos una fuerza sostenida y prolongada agarrando el corcho en sentido opuesto a la base de la botella, es decir, hacia fuera y giraremos en el sentido contrario a las agujas del reloj. Con la mano libre sujetaremos el cuerpo de la misma, sintiendo su textura y temperatura.
Simultáneamente, alzaremos la vista hacia el techo de la habitación (por razones que se entenderán a continuación, pongamos que estamos en una casa que no es la nuestra), realizaremos un complejo cálculo mental encaminado a averiguar la inclinación necesaria para que o bien el corcho salga disparado y colisione con el centro del susodicho techo o bien impacte de lleno con la lámpara que había sido instalada recientemente.
Seguido, soltaremos enérgicamente la mano del corcho para que éste, empujado por todo el gas excitado del interior de la botella, salga disparado hacia el punto deseado.
Un fuerte ruido (cuanto mayor sea mejor, pues en desacuerdo con teorías de los expertos, un descorche sin ruido es como un día sin pan) retumbará en los oídos de los asistentes hasta producirse otro, en este caso de impacto con el destino, que bien podrá ser de cristales haciéndose añicos (si era una lámpara) o compacto (si era contra el techo). En ambos casos, se recomienda comprobar posteriormente la huella dejada y la cara del dueño de la casa.
Finalmente, mientras los asistentes aplauden y emiten vítores, silbidos y gritos varios, llenaremos las copas derramando un poco de espuma por la mesa si fuera menester.
¡Salût!
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