Hace un frío extraño esta noche. Y por las ventanas penetra una oscuridad inquietante. Sentado en el sillón del salón, intento completar un crucigrama y así distraerme.
De repente, me sobresalto al escuchar el timbre de casa: no espero a nadie. Nunca espero a nadie. Ni recuerdo la última vez que tuve una visita.
Al abrir la puerta, una mujer de negro y ojos azules, me dice que ha venido a buscarme. ¿A mí? Dice que me ha llegado la hora. Yo insisto, a pesar de su espectacular belleza, en que no la conozco, que se está equivocando, que nadie me visita nunca. Ella reitera que ha venido a buscarme.
No entiendo nada, pero al final, la invito a que pase y me lo explique. Le ofrezco un café pero lo rechaza. Insiste en que su único objetivo es llevarme a su mundo.
Viendo que es tan cabezota y que no tengo mejor plan, le digo que aceptaré su proposición cuando sea capaz de ganarme una partida de ajedrez.
Acabamos de empezar la partida vigésimo tercera. Y todavía, con su refulgente segadera a la espalda, no se da por vencida.
De repente, me sobresalto al escuchar el timbre de casa: no espero a nadie. Nunca espero a nadie. Ni recuerdo la última vez que tuve una visita.
Al abrir la puerta, una mujer de negro y ojos azules, me dice que ha venido a buscarme. ¿A mí? Dice que me ha llegado la hora. Yo insisto, a pesar de su espectacular belleza, en que no la conozco, que se está equivocando, que nadie me visita nunca. Ella reitera que ha venido a buscarme.
No entiendo nada, pero al final, la invito a que pase y me lo explique. Le ofrezco un café pero lo rechaza. Insiste en que su único objetivo es llevarme a su mundo.
Viendo que es tan cabezota y que no tengo mejor plan, le digo que aceptaré su proposición cuando sea capaz de ganarme una partida de ajedrez.
Acabamos de empezar la partida vigésimo tercera. Y todavía, con su refulgente segadera a la espalda, no se da por vencida.
12 ¿Comments o No Comments?:
Aunque predecible el final, como ultimamente la narración muy ágil. Enhorabuena.
Será cuestión de aprender ajedrez...
Esperemos que ella no consiga el jaque-mate.
Sólo te queda ganar y ganar, como la vida misma, cada día es una partida que debemos ganar a la muerte. Saludos
Es terca, pero el narrador es buen jugador...
Ella no tiene prisa. Y con cada partida aprende. Ese es el vértigo del micro: alegoría de la larga vejez nunca plácida.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Eso si que es jugarse la vida.
Simplemente....¡¡Precioso!!
Indio, el ajedrez no sólo es un deporte que estimula la mente sino que te salva de la muerte, por ahora claro.
Me ha gustado esa partida. ¿Ella siempre va con negras?
Un saludo indio.
Se ve venir pero engancha y, sobre todo, está muy bien ese final de partida de ajedrez.
Besos de reinona.
La muerte nos pone en desventaja pues cuenta con más tiempo.
Lo malo es que lo único que gana el protagonista al vencer una partida, es el tiempo que dura la próxima. Menuda tensión.
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