Tras superar una serie de escaramuzas, el cazador sorprende a su presa y quedan enfrentados. Él a punto de soltar la flecha de su arco y ella, preparada para iniciar la huida. Por un segundo, quizá menos, quedan paralizados, aguardando el desenlace. Mientras, nada se mueve alrededor. Ni los pájaros del bosque, ni las hojas de los árboles, ni el viento, ni las nubes en el cielo. El mismo cielo que cubre a dos enamorados en un banco del parque, a punto de darse su primer beso. Por un segundo, quizá menos, quedan también paralizados, mirándose a los ojos, aguardando el desenlace.
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Hace 10 horas
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En cierto modo, en ambas situaciones, uno cobrará su pieza y otro caerá.
El tiempo que se para en mitad de un acto violento y en mitad de un beso. Actos los dos esperados. Que vuelva a ponerse en marcha el reloj.
Me gustó, tanto como la foto.
Saludos.
Me ha gustado tu forma de parar el tiempo...Aunque prefiero la segunda.
Besos desde el aire
Ese instante que se congela para el amor y la muerte cuenta tantas historias simultáneas.
Un micro preciso, que nos regala innumerables finales.
Gran trabajo, Indio.
David, hay momentos en la vida que el tiempo no pasa, o lo hace tan despacio que apenas nos damos cuenta. Esta es una de ellas. Me ha gustado el paralelismo que encuentras entre la caza y el beso de enamorados.
Muy bueno, un abrazo.
Muy bien realizada esta transusbstanciación de las almas y los cuerpos.
Abrazos indios para ti
Doy fe que quería decir:
transubstanciación.
(Del lat. eclesiástico transubstantiatĭo, -ōnis).
1. f. transustanciación.
Más abrazos indios
Por un segungo, quizás más, he quedado paralizado. Me gusta detenerme a saborear las historias, y este relato me lo ha puesto facil.
Bravo.
Pudiera ser que tras el segundo uno de los enamorados cayera herido, y que cazador y presa se dieran un sensual beso con lengua. Esas cosas pasan.
Abrazos.
Es la única tregua, el único privilegio que nos concede el tiempo, poder pararlo en situaciones límites. Un saludo.
En una mirada caben todas las madres de las guerras.
Saludos mañaneros y domingueros.
Me encantó. Ves el mundo paralizado ese instante previo a ocurrir grandes pequeñas cosas. Muy bien escrito.
Abrazos triples.
Genial cómo nos enfrentas, aunque sea por un segundo, aguardando un desenlace. Saludos
Enlazas tan bien las dos historias, que se han mezclado los latidos de miedo y deseo.
Un beso
Un relato con mucha fuerza que consigue detener el tiempo.
De un plumazo has manifestado la cadena alimenticia en su barbarismo y la conciencia de como a la vez que se ama se mata.
Y como balde de agua helada, la mirada a la realidad, en la cual, a diferencia de tu final nada se paraliza, El festín de la vida y la muerte danza en su apogeo.
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