En pleno centro de mi ciudad, a una hora donde todavía nos creemos a salvo de sucesos extraños y los rayos de sol iluminan las calles, me asaltó un individuo al doblar una de las esquinas, agarrándome del brazo y gritándome:
- ¡Devuélveme la cara que me robaste!
Así, tal cual lo cuento.
Sin dejarme reaccionar siguió:
- ¡Rápido! ¡Llevo muchos años con una cara que no es la mía! ¡Dame la tuya!
Cuando pude articular alguna palabra, le dije que no sabía de qué me hablaba, que lo único que podía hacer es cambiarle la suya a puñetazos…
- ¡No te hagas el tonto! Coincidimos en esa tienda donde antes de nacer nos dan a elegir entre miles de caras expuestas y ¡tú me la arrebataste de la mano cuando me la iba a poner!
¿Una tienda antes de nacer donde nos ofrecen escoger la cara?
Por cierto, le dije, una vez que se quitó las gafas de sol que llevaba puestas, ¿no te pareces a Lenny Kravitz?
- Sí, soy yo
¿Eing? Madre mía, no entendía nada.
- ¡No se lo repito otra vez! …
Tanto insistió que finalmente le dije que si eso era lo que quería, se la iba a devolver si me daba la suya y a la pregunta “¿dónde realizamos el intercambio facial?”, le siguieron unos segundos de confusión, mareos y estrellitas en mi visión.
Tras unos minutos, me desperté sentado en la esquina mencionada, con un montón de gente alrededor pidiéndome un autógrafo.
¿Queréis uno?
- ¡Devuélveme la cara que me robaste!
Así, tal cual lo cuento.
Sin dejarme reaccionar siguió:
- ¡Rápido! ¡Llevo muchos años con una cara que no es la mía! ¡Dame la tuya!
Cuando pude articular alguna palabra, le dije que no sabía de qué me hablaba, que lo único que podía hacer es cambiarle la suya a puñetazos…
- ¡No te hagas el tonto! Coincidimos en esa tienda donde antes de nacer nos dan a elegir entre miles de caras expuestas y ¡tú me la arrebataste de la mano cuando me la iba a poner!
¿Una tienda antes de nacer donde nos ofrecen escoger la cara?
Por cierto, le dije, una vez que se quitó las gafas de sol que llevaba puestas, ¿no te pareces a Lenny Kravitz?
- Sí, soy yo
¿Eing? Madre mía, no entendía nada.
- ¡No se lo repito otra vez! …
Tanto insistió que finalmente le dije que si eso era lo que quería, se la iba a devolver si me daba la suya y a la pregunta “¿dónde realizamos el intercambio facial?”, le siguieron unos segundos de confusión, mareos y estrellitas en mi visión.
Tras unos minutos, me desperté sentado en la esquina mencionada, con un montón de gente alrededor pidiéndome un autógrafo.
¿Queréis uno?
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