Hoy me he levantado con la sensación de querer hacer algo grande, me he mirado al espejo y le he dicho que me gustaría ser recordado con el paso de los años por haber hecho algo por y para la humanidad.
Y así he mantenido una conversación de única dirección, de mi boca al espejo sin más retorno que el silencio.
Y así he mantenido una conversación de única dirección, de mi boca al espejo sin más retorno que el silencio.
¿Y si consigo hacer que las manecillas del reloj alarguen los días, de manera que cuando lleguen a la medianoche, su velocidad se ralentice y así cada día ganamos aunque sólo sea una hora?
¿Y si inventara un nuevo número? Nada de los clásicos 0, 1, 2,… un número en mi honor, que fuera indivisible, ni par ni impar, primo que le da algo más especial, un número único.
O mejor, ¿si invento una melodía que al tocarla sus notas viajen directamente hasta los oídos de los malos espíritus y los conviertan en mansos bailarines?
Tantas ideas y no sé por dónde empezar…
¿Y si consiguiera pintar en los cuadros tristes y grises de todas las casas y museos un rayo de esperanza que borre la melancolía de sus corazones?
Quizá lo tenga complicado, igual me debería conformar con ser una persona más, camuflada en la multitud.
¡Pero no quiero ser un número más! ¡Quiero ser ese número ni par ni impar, indivisible, primo y único!
A ver con esto, crucemos los dedos espejito, espejito… ¿te parece bien que invente un sistema que cuando la gente se mire al espejo se vea guapa y segura de sí misma?
No me vas a decir nada ¿verdad?
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