Sor Lucía gustaba retirarse en la frondosidad del parque del convento a solas con sus pensamientos. Desde hacía unos cinco años dedicaba su vida a la contemplación de Dios y a la oración. Era una de las monjas más prometedoras y con mayor vocación de todas. Pero últimamente, su cuerpo estaba experimentando algunos cambios, extrañas sensaciones jamás vividas con anterioridad ¡tan cercanas a la lujuria que se sentía una mujer sucia y pecaminosa! Sentada en un banco del parque intentaba entender la atracción que ejercía el obispo, la fruta prohibida que deseaba probar.
EXPOSICIÓN DE PINTURA DE MARIBEL MORATILLA EN CÁLAMO
Hace 4 horas
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Participación en el concurso de octubre de la web http://minificciones.ning.com/
Un saludo indio
Si es que ya te digo yo que no se salva ni la monja ni el cura...
Es que contra el deseo no hay quien pueda.
Abrazos
Desde Adán ... y Eva...
Resistirse , es IMPOSIBLE.
La comprendemos, y apoyamos.
;)
BESOS
Habría que ver al obispo... A buen seguro que ya ha pecado con ese fruto.
Abrazos
:)
im(posible)
Si es que hay cosas que van contra natura, y una de ellas es negarse a uno mismo el sentir....
bss
La manzana de Adán y Eva reaparece cada poco entre nosotros. Un abrazo.
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