Érase una vez un rey condenado a serlo sin querer. “¡Maldita línea sucesoria!”- solía gritar por los pasillos de la corte. El peso de la corona lastraba su libertad y ansiaba hallar la manera de liberarse de semejante yugo. Desesperado e inmerso en una profunda locura llegó el día en que armado de valor, clavó la punta de su acero en el mismo centro de su corazón. Apostó su vida, buscando libertad y encontró ni más ni menos que una eterna oscuridad.
Texto que participa en el concurso de Noviembre de la web http://minificciones.com.ar/?page_id=91&preview=true
9 ¿Comments o No Comments?:
Las coronas pesan, y vaya si la historia así lo ratifica.
Todos los que las han portado, tarde o temprano, apostaron su vida y se sumieron en una profunda oscuridad.
Te felicito.
Tus mini cuentos son un lujo.
Un gran abrazo.
No me fastidies!
después no hay más que oscuridad?
:(
Besicos
Si en su fuero interno no se sentía capaz, la responsabilidad puede ser un lastre realmente pesado e incómodo. Un saludo.
¿Y no le habría salido mejor al hombre coger un caballo y lanzarse a la aventura? Digo yo, vamos.
miau
con
capa
roja
Hoy me siento casi como ese rey. Me pesa mucho la corona. Demasiado...
Saludos
Pues seguro que ahí se quedó mucho más tranquilo :)
Abrazos.
En este mundo de bombillas rotas, siempre es ebueno tener a mano una linterna, por si las moscas...
Saludos y un abrazo
Quizá descansó en esa eterna oscuridad, ¿no?
ja ja yo digo lo que Dara, que tenía otras opciones, podría haber cambiado de vida y convertirse en ¿granjero? ¿músico bohemio? Le faltó un poco de imaginación!
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