El joven Isaac se despertó aturdido en el suelo del manzanal. Lo último que recordaba era haberse sentado debajo de un árbol, para descansar del acalorado paseo de aquella mañana. No sabía qué hora era. Ni cuánto rato podía haber estado inconsciente. Pero seguro que su madre le estaría esperando con la mesa puesta y con muy mal humor. Debía pensar una buena excusa para evitar el castigo. A su llegada y antes de que su madre le dijera nada, Isaac le gritó: ¡Mamá, ha sido la gravedad!
Relato presentado en el concurso Minificciones del mes de julio de 2009, inspirado en la imagen superior.
4 ¿Comments o No Comments?:
Muy bueno. Leí la última frase con mirada de sorpresa, seguida de sonrisa cómplice.
Un abrazo
jjaja que buena. buen domingo!
Excusas que cambian las leyes :)
Esa si que es una buena excusa!
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